miércoles, 24 de agosto de 2011

Ataque de amistad a la hora de la cena



Y luego está la opción del mensaje privado.

jueves, 4 de agosto de 2011

Bigas Luna, pa que te metes

Si Telecinco fuese una agencia de publicidad haría anuncios de este tipo. Madre de dios, Bigas Luna.




Y este con Punset, especial.



Un comentario en Youtube lo resume a la perfección: "Un señor de 120 años llama a la puerta de un piso donde viven 3 jovencitas. Ellas le dejan entrar, encantadas. Una se pregunta si no se pondrá duro. Él asegura que no, y se ofrece a demostrarlo. El anciano echa un polvo sobre una mesa, y después los cuatro brindan tan contentos. Sobre todo el anciano."

miércoles, 3 de agosto de 2011

Lo que lo peta: El Bic Phone

Hace un año ahora, a punto de caducar mi contrato de permanencia con Movistar, en un momento de euforia veraniega suicidé con rabia el teléfono símbolo de mi sumisión a Telefónica.

Meses después y tras unas negociaciones que ni las del Madrid para fichar a Neymar, acordé con la competencia que me soltasen un teléfono en forma de Smartphone Nokia a cambio de un contrato de casi 24 euros mensuales durante dos años.

Al poco me dieron en el trabajo un móvil de empresa y todo se tornó oscuro. Ahora pago por una tarifa plana que no amortizo porque llamo desde el otro y tengo que cargar con dos teléfonos. Encima, uno de ellos es un trasto del tamaño de un iPhone que ha de durarme dos años soltando pasta si no quiero abandonar y pagar una fianza con la que podría pagar tres teléfonos.

La tecnología táctil hace que cuelgue sin querer con el moflete, el wi-fi no funciona nunca, es imposible de usar sólo con una de mis manos, el GPS me engaña y además pesa como un demonio.

BlackBerry, Android, Whatsapp... yo no quiero un Smartphone coño. Sólo quiero volver a sentir que no llevo un muerto en el bolsillo, apretar botoncicos, disimular con mi abuela cuando se marca sin darme cuenta... Y hoy he encontrado la solución.

Bic, esta compañía adelantada a su tiempo ha lanzado al mercado un teléfono que contiene mi vuelta a la felicidad. Después de deleitarnos con socorridos mecheros o tapones de boli para sacarnos la cera de los oídos, lo vuelve a petar. Libre. 20€ (5 tercios de cerveza, para entenderme con los que pagan Spotify y que justifican su inscripción con gastos de este tipo). Pantalla a casi todo color y una cámara sin flash con la que no me descubran en el metro cuando tiro fotos a gordos que se desploman dormidos sobre sus compañeros de viaje.

Y el placer de destrozar un móvil al que odias a pisotones. Eso hay que vivirlo para entenderlo.

Lo dicho. El Nokia no termina el verano.