martes, 25 de diciembre de 2012

Envolver un regalo o autopateo de entrepierna

El Decathlon de Leganés en víspera de Navidad es como el primer día de rebajas de El Corte Inglés, pero en vez de marujas con el cuchillo entre los dientes por una camiseta básica pelotillera, está saturado de padres de familia a la caza de forros polares en oferta, ilusos comprando mallas que apretarán demasiado después del roscón y todos los gitanos del sur de Madrid saqueando barritas energéticas y pilas para sobrevivir por si el año que viene vuelve a tocar fin del mundo. Éstos, además de los principiantes que se aficionan a deportes de pijos (un pijo auténtico odia siempre el Decathlon por ello), en un entorno de destartale digno del Dia del peor barrio de Caracas el primer sábado del mes.

En este ambiente hostil conseguí pagar por fin y estaba a punto de preguntarle a la cajera dónde se envolvían los regalos, cuando me percaté del problema: envolver regalos se me da peor que buscar cosas debajo del fregadero y en el Decathlon te lo tienes que hacer tu solito. Creo que es el único momento en el que siempre preferiría estar en el Corte Inglés para que una teenager con blusa prestase sus servicios y me liberase de tal despropósito, porque es con diferencia lo que más odio de la Navidad, una patada en los huevos hercúlea.

El caso es que como no contaba con esperar media hora de cola sumado a lo que había tardado en encontrar el regalo en aquel Sarajevo de productos deportivos, envolverlo con el abrigo y la bufanda puestos, restaba atractivo a la labor. Además había cola, y cuanto más lento eres más cola y odio generas. Y la gente tiene prisa porque es Nochebuena. Y te miran lo mal que lo haces y notas que rezan para que no lo vuelvas a intentar. Y no encuentras el punto del celo donde empezar y ya llevas 4 vueltas sin que la uña detecte el saliente. Y cuando lo consigues, le clavas el diente pero el puto celo se estira de cojones en vez de cortarse perfecto como pasaba con todos los envolvedores anteriores. Y otra vez te quedas corto de papel y tienes que tirar de parche y te quieres dar otra oportunidad...

Vaya, que temiendo acabar oliendo a cuarto de reprografía decidí abandonar haciendo un rollo suficiente como para intentarlo tres o cuatro veces más (va incluido en el precio y no pone en ningún lado que no pueda llevármelo a casa) y que mi hermano haga el favor de enfrentarse a la Navidad en mi lugar. Y me acabé el papel.

Ahora tengo dos amigos más.
Fun, fun, fun.

lunes, 2 de abril de 2012

Highlights 29 de marzo

29M, 15M, JMJ, MQMF, HP,... piah, parecemos gilipollas.

El primer error que comete un manifestante principiante es dejarse las gafas de sol en casa si la marcha recorre el eje Cibeles-Sol. El segundo es ir sin vaciar la vejiga y el tercero esperar a que aparezca un vendedor ambulante con cerveza para refrescar el gaznate.

En mi opinión, las manifestaciones deberían ser por la noche, donde en Madrid es mucho más fácil mear en cualquier lado, elegir entre una gran oferta de gafas de sol de algún árabe con las que creerte molón mientras pierdes dignidad o regatear 6 cervezas al precio de 5 a un chino para saciar tu sed y creerte un broker.

En fin, que aquí dejo un resumen de los momentos cumbre de una manifestación a la que no sé si fue mucha o poca gente porque la única empresa que hacía una medición digna de las concentraciones ha quebrado recientemente.

1. Según Intereconomía, en la concentración hubo cuatro gatos, eso sí, muy radicales. Por suerte, en Madrid no se produjeron tantos destrozos como en Barcelona y eso que la foto podemos ver a dos miembros del colectivo SHARP claramente preparados para la lucha antifascista, con mensajes que de haberlos llevado cualquier Skin Head hubiesen sido censurados por la mayoría judeomasónica que allí se hallaba.


2. Pero no sólo los radicales antifascistas se dieron cita en la manifestación de vagos parados y maleantes sindicalistas. En la imagen podemos ver cómo Pedro Zerolo, reconocido alborotador homosexual, le cubría las espaldas a Tomás Gómez, denostado político madrileño al que la gente recomienda a menudo que se vuelva al pueblo de donde salió, Parla, a pasarlo bien. En fin, que acabase o no en tragedia, como aún se va a presentar a más elecciones, no sería la primera ni la última vez que al pobre Tomás le darán por culo.


3. Como se puede ver en la foto anterior en la pegatina que luce Tomás Gómez, UGT y el Nudo Patriota Español coincidieron en sus eslóganes: "Quieren acabar con todo". A mi también me sorprendió esto: Franco y Twitter en un mismo cartel. No sé como aún no ha estallado la tierra y estamos cubiertos de magma.


4. Por último, quiero mostrar esa parte de españoles que se sacrifican y está al lado de los que gobiernan con el dolor de ver a su pueblo sufrir, a golpe de recorte en tiempos de crisis. De esos ciudadanos mayúsculos que arriman el hombro aunque cueste y no tienen miedo a gritar ¡Arribaspañññia, coñio! Que se sacrifican día a día y vuelven rendidos a casa tras twittear de forma incansable luciendo orgullosos su pulsera con bandera y pollo.


Ay, si franco o este hombre levantasen la cabeza...

domingo, 19 de febrero de 2012

As ever, Banega

Hace casi tres años andaba yo de becario correveydile en Radio Marca, y en estas me enviaron al Vicente Calderón a una soplapollada de presentación de patrocinio de una marca de impresoras. Mi horario era hasta la una, pero pensé que en estas cosas siempre te llevabas algún regalillo de gorra y total, como el Calderón me pilla al lado de casa pues tampoco supe decir que no.

Cuando llegué, el percal era Enrique Cerezo con su pelucaza gris entregando unas impresoras Kyocera a los nuevos integrantes de la plantilla del Atleti, a rayas corporativas y con sus números. Feas no, luego: si esas impresoras fuesen persona serían Rosi de Palma desnuda masticando mierda con la boca abierta.

Afortunadamente para Kyocera, el asunto que me ocupaba no era valorar lo grotesco de su regalo, sino enchufarle el móvil a Cerezo en directo para que dijese dos paridas y luego cazar a alguno de los jugadores nuevos que había en la presentación. La primera parte fue bien si no hubiese sido porque Silvia Barba, una tía asquerosa que aún está en TVE, me pegó un manotazo porque mi móvil estaba en medio del plano de su cámara.

Una vez me recompuse y me confirmaron que se había oído medio bien a pesar de la cara mono de la uno, fui a por alguno de los jugadores. Recuerdo que mi jefe me lo dejó bien claro: "Marcos, de todos los nuevos extranjeros que hay, ninguno tiene ni puta idea de hablar español, así que no me jodas. Ponme con alguno que hable castellano pero no se te ocurra pasarme a Éver Banega, que el pobre es lerdo."

Me acuerdo que agarré por banda a un chaval de la cantera, Camacho, y la sensación no debió de ser muy diferente porque la verdad es que era tonto del culo. Sin embargo, creo que saqué un sobresaliente, porque si llego a poner a Banega a hablar en directo, el lunes me hubiese quedado en casa acordándome del bueno de Éver.

Hoy este muchacho me ha recordado por qué nunca fue el más listo de la clase y que a mi jefe tampoco le faltaba razón por aquel entonces.