lunes, 22 de febrero de 2010

Invadido por la intimidad

Hace diez años que vivo en la misma casa ocupando la misma habitación y durante este tiempo el piso del portal de al lado que pega con mi pared y la de mi hermana ha estado alquilado por tres parejas. Aunque diferentes, todas han tenido el denominador común de trastornarnos el sueño con prácticas sexuales que aunque más de uno las desease para su cuarto, nunca han resultado nada agradables en caso de no ser un amante del porno casero a la española.

La primera pareja a la que conocimos fueron un par de heavys que tenían por costumbre escandalizarnos con unas sesiones que atrajeron varias veces a los Municipales por denuncias de sus vecinos de portal. Solían darle a la mandanga con Metal puesto a tope y los comentarios (siempre a voces) eran de un tono guarrindongo parecido al porno cutre del Canal 7. Los siguientes fueron un par de obesos cuya música estaba compuesta por unos instrumentos más a lo Mayumana: el cabecero de la cama reventando la pared de mi hermana y su chucho desgañitándose a ladridos hasta que habían sudado dos o tres pizzas familiares. Cuando los gordos se fueron, llegaron una cuarentona de Europa del este y un divorciado de dos metros con pinta de carnicero que pueden pasar de follar a todo trapo, a vivir un ataque de locura de la tipa en los que le vocea "hicoputa", putero o les grita a los niños pequeños de él que lo que le más le gusta a su padre es hacer la mirada del cocodrilo (cocodrile glance).

Pues bien, últimamente los vecinos están bastante tranquilos y no se les oye más que despertarse con Britney Spears a las 4:45 y alguna que otra trifulquilla si él se olvida de avisar de que no viene a cenar. Sin embargo, en el callejón al que da mi ventana deben de vivir unos padres cabrones que tienen a un bebé durmiendo en febrero con la ventana abierta mientras el termómetro se congela y al principio del llanto no he podido evitar rememorar ciertos momentos de pasión ajena que preferiría no volver a vivir.

Igual para ser un niño se calla muy pronto porque los gemidos no duran más de diez segundos, pero ya veremos como evoluciona el tema antes de que se acabe la pasión o el niño muera congelado.

sábado, 20 de febrero de 2010

Nuevas generaciones

Comprendo que la educación de un niño es un tema complicado y cada día más. En el colegio, año tras año, siempre nos dijeron que éramos lo peor que había pasado por allí, que los alumnos de antes eran mejores estudiantes, con más interés, más respetuosos... Lo mismo que le han dicho a todo el mundo, vaya.

Ahora es la gente de mi quinta la que empieza a decir eso de que los niños de hoy están cada vez más agilipollados. Por mi generación, entiendo más o menos, los que nos quedamos entre la Bola de Cristal y los Pokémon y empezamos a atontarnos con "el internet". También es de destacar que nunca conseguimos hacernos con el poder en el patio del colegio porque nos llevamos las collejas de "los mayores" y cuando fuimos mayores nos quedamos con las ganas de repartir alguna hostieja a uno de esos niños sobreprotegidos capaces de cagarse en tus seres queridos sin despeinarse.

Hoy viendo el partido en el bar, la madre (camarera), ha pedido a su hijo de unos quince años que bajase al almacén a por unas cajas de refrescos. El niño se ha quedado mirándola y le ha dedicado una peineta a la vez que pronunciaba las palabras: "Que te follen, zorra". Acto seguido ella le ha amenazado con darle una tollina y el padre (barman) se ha dado la vuelta para encenderse un cigarro y respirar profundo. Creo que a todos los que hemos visto la escena se nos ha quedado el cuerpo un poco regular.

jueves, 18 de febrero de 2010

Bocachancla


Amado tiene una teoría que dice que todos los actores calvos son buenos. Yo tengo otra, y es que si cuando me meto a la cama el gotelé de la habitación se menea, he llegado a casa tostao.

Hace tiempo que un colega se acercó a la barra en unas condiciones lamentables y le pidió a la camarera un Burn con Red Bull. He estado mucho tiempo riéndome de él y ayer le pregunté a Juan si quería su gin tonic con Coca-Cola o con limón. Ahí supe que al llegar a casa el gotelé iba a estar un tanto inquieto.

Hoy ha sido uno de esos días en que al levantarme como nuevo me he quedado bastante extrañado. He salido de casa confiado pensando en que es cojonudo no tener resaca pero a medida que han ido pasando las horas todo se ha ido haciendo más pesado, así que he visto venir la crisis poco a poco cual Pedro Solbes. Tiene su aquel lo de levantarse trozo pero es evidente que la bajona no perdona.

Luego me he presentado en clase dispuesto a empezar mi plan de pasar desapercibido con el tipo de ética porque a partir de la semana que viene no volveré y no querría que el tío eche de menos al follonero cabezón que sólo va a clase a tocar los huevos. Con esas, he estado luchando contra mi propia persona callado a punto de reventar durante 89 minutos y justo al final he soltado una gilipollez de un tamaño desproporcionado. El tipo se ha reído y me he dado cuenta de que la había vuelto a cagar.

lunes, 15 de febrero de 2010

Sexo, drogas y... ratas

La última iniciativa de la Fundación Salud y Comunidad ha llegado a la universidad. Esta tarde han repartido preservativos en la cafetería de la facultad y no me hubiese enterado si no es porque a la salida de clase una amable compañera me ha regalado un ejemplar. Hasta aquí todo normal si obviamos el hecho de que no me suelen regalar condones cuando el profesor termina su trabajo.

El caso es que el profiláctico viene dentro de un librillo, un multicuento protagonizado por Cenicienta, la Bella Durmiente, los Tres Cerditos y Caperucita en una trama que mezcla drogas y mambo sin control con un toque zoofílico importante. Con esto ya no hace falta decir que lo normal se ha terminado, así que me dispongo a entrar en materia.

Para empezar, en la portada aparecen dos ratas haciendo un sesenta y nueve y al abrir el librillo vemos a un joven perroflauta con la polla mirando al Meteosat. El chaval mantiene una conversación con Campanilla y ésta le dice cosas como por ejemplo: "Pinocho les había contado que Caperucita tenía algo en su cestita que les haría crecer el deseo sexual reprimido durante tanto tiempo...y que ni lobos ni pollas; éste sería el camino más corto". Cabe añadir que mientras el perroflauta y Campanilla hablan de sus trapicheos, en el borde de la cama una rata gigante intenta penetrar a un gato risueño.

Se supone que es aquí donde comienza el cuento y Cenicienta le dice a Campanilla: "Hada necesito más glamour, que hoy salgo de fiesta y tengo ganas de sexo". Y como las promiscuas ratas no podían faltar, en esta ocasión aparecen en postura cariñosa mientras una le agarra el micro a otra para echarse un SingStar.

Como era de preveer con estos antecedentes, en la siguiente escena el tema se empieza a ir de madre. DJ Hamelin revoluciona el patio fumándose un porraco mientras una rata le come el cimbrel. El resto de ratas mira, bebe, se cae del trozo que lleva o busca rabo delantero con gesto relamido. Avanzas en la historia y te encuentras a los tres cerditos en actitud provocadora riéndose del lobo, que no se los ha podido calzar y se marcha con el pito pocho, cabreado y agarrado a su cartón de vinorro. Lo siguiente es una mención a la Bella Durmiente sobada y dormida en un banco del parque con una teta fuera y para rematar, Pinocho con la napia mucho más tiesa que el manubrio por haberle dado un uso indebido a la nariz que con tanto esfuerzo le hizo su señor padre. El que quiera ver el final, que pinche aquí y así comprueba que además de todo lo anterior, el cuento se acompaña de consejillos sobre drogas y prácticas sexuales que lo mismo pasan algo desapercibidos a primera vista por acompañarse de unas ilustraciones tan llamativas.

La campaña cuenta con la financiación del Ministerio de Sanidad y la colaboración (no sé qué tipo de colaboración) de la Generalitat Valenciana. A lo mejor el año que viene el Ministerio de Cultura se aventura a poner pasta para llevar la historia al cine y Ángeles González- Sinde decide hacer una adaptación zoofílica de su guión en Mentiras y gordas. Además, que ahora que Almodóvar vuelve a ser amigo de los de la Academia seguro que se anima a dirigir la peli y acabar travistiendo a Cenicienta y compañía. De esta sí que le harían ciudadano estadounidense.

jueves, 11 de febrero de 2010

"Antes molabas"


La expresión “antes molabas” es empleada comunmente para echar en cara a un colega su falta de embriaguez ante una injustificada abstinencia alcohólica. Suelen ser momentos en los que se puede acabar recordando batallitas conjuntas bajo los efectos del alcohol y que normalmente finalizan con palabras salidas directamente del corazón como los clásicos “te quiero mucho tío” y “a ver si nos vemos más” o menos comunes pero también ampliamente utilizados como “de verdad, yo no quería pero fue tu ex la que me insistió” y “las mujeres son todas unas putas menos mi madre, mi hermana… y tu madre también tampoco, claro”. Cuando no has bebido ni una gota de alcohol y te dicen esto puede sonarte a chufa, pero si estás como el de enfrente suelen ser instantes de tremenda emotividad. Yo a veces incluso doy besos.

Pero no sólo los colegas abstemios dejan de molar. Maradona ya no molaba cuando iba arrastrándose por los campos de fútbol, “Manos a la obra” no fue lo mismo en su vuelta a la parrilla y a los “Hombres G” más les valía haberse quedado como gracieta de penúltima canción de la fiesta ejerciendo de teloneros de la banda sonora de “Oliver y Benji”. Sete Gibernau también volvió pero él ya había sido un looser toda su vida, así que vamos a dejarle aparte. Y es que hay algunas vueltas que resultarían bromas pesadas, como si a Aznar le diera por volver a la política o a Jesulín de Ubrique por retomar su carrera como cantante. Hablando de toreros, sería bueno recordar también lo de Ortega Cano cuando enviudado decidió volver a rodar por el ruedo.

Todo esto lo digo porque ayer me perdí la película de “Farmacia de Guardia” y claro, ahora no puedo reforzar el sentiemiento general diciendo eso de “ya no mola”. Algunos pensarán que nunca moló, pero a mi me gustaba mucho con su musiquilla, sus limitaciones de escenario (plaza, farmacia y trastienda) y también por esa amable representación que Emma Ozores hacía de las prostitutas españolas, una especie actualmente en serio peligro de extinción. Por eso prefiero casi no haberla visto y mantener el bonito recuerdo que tengo de la serie.

Sin embargo, aunque en los casos anteriores es evidente la falta de molacidad, en otros muchos las personas gustan mucho de subirse al carro del “no mola” injustificadamente diciendo eso que tanto me jode de “se ha vuelto muy comercial”(estas palabras suelen perjudicarme igual que cuando oigo el vocablo “vintage” o veo en el Facebook que a la gente se le hace el culo gaseosa porque el determinador de barrios le ha dicho que su sitio ideal es Malasaña). Pues mira sí, U2, Ferreiro o Bunbury son tremendamente comerciales pero se la pela lo que pienses, han sido comerciales toda su vida porque lo que han querido es vender discos a cascoporro y si ya no molan por estar forráos quédate escuchando tu maldito disco de Vetusta Morla hasta que saquen otro y digas que ya no son lo mismo. Eso sí, que ningún fan de Vetusta Morla me venga con que ya no mola por haber adoptado al mismo público que El canto del loco, es algo relativamente normal si tenemos en cuenta que su cantante se ha debido de llevar las mismas patadas en la boca que Dani mArtín.

Esto se lo quiero dedicar a todos los que dicen que “Muchachada Nui” no es lo mismo que “La hora Chanante” y también al David, que recién operao de su ojillo no va a poder mirar a la pantalla del ordenador hasta dentro de unas semanas.

lunes, 8 de febrero de 2010

Emprendiendo en el patio del colegio

Siempre he sentido curiosidad por el proceso de establecimiento de modas de juego en el patio del colegio. Los cromos, las canicas, las chapas o la peonza iban cayendo todos los años pero nunca supe cómo ni quién decidía el momento en el que el material se quedaba obsoleto y ya no molaba una mierda. Seguramente sería una conspiración de los kioskos de alrededor del colegio o a lo mejor Felipe González también tuvo un Plan-e para que el gremio no se muriese de hambre... Bueno, que da igual.

Pues no debía de tener aún diez años y de aquella, entrados en el invierno la peonza desbancaba a los cromos en el patio del colegio. Así pues, mi hermano y yo nos presentamos en el kiosko con unos días de retraso y escoltados por nuestra madre fuimos con la ilusión de adquirir un arma bien puntiaguda para joder las peonzas de los demás.

Mientras el kioskero desplegaba su muestrario de peonzas volvió a sonar la campanita de la puerta. Otra madre entró con su hijo de unos cinco años y mientras se ponían a la cola detrás de nuestra indecisión la señora le decía al niño: "Bueno Marcos, yo si quieres te la compro pero, ¿estás seguro de que no quieres otra cosa?".

Después de mirar un momento los hermanos debimos de seguir a lo nuestro hasta que al final agarramos una peonza de pico de oro para cada uno. La mujer que nos la pagaba, de naturaleza cagona, no quería que corriésemos el riesgo de clavarnos una peonza con punta de lanza, así que nos resignamos a perder otra vez el derecho a venganza con todos esos cabrones a los que sí les compraban peonzas bien afiladicas. Sin embargo, a pesar de no entenderlo, creo que salíamos satisfechos, ya que al fin y al cabo tampoco era plan de quejarse y peor hubiera sido que nos obligase a trincar una con pico de garbanzo como la que seguro que se iba a pedir el enano de detrás...

Pero aquel niño no iba a por una peonza de pico de garbanzo, no. "Una Barbie, por favor".- Dijo aquella madre con tono decidido.

En ese momento, cuando mi hermano y yo nos miramos me pareció que se le salían los ojos por detrás de los cristales de las gafas. Luego, al notar que mi madre me apretaba fuerte la mano la miré y me sentí ciertamente taladrado por su mirada.

Al tener que reprimir nuestra reacción, salir de aquel lugar fue un gran alivio. Tenía muchas ganas de preguntarle a mi madre por qué a veces dos más dos no daban cuatro, pero el cabrón de mi hermano se adelantó y antes de dejarla responder soltó con cierta sorna: "Marcos, ese niño se llamaba como túuu..". De este modo, entendí finalmente lo bien que mi madre había hecho al no comprarme nada clavable.

Por cierto, creo que aquel emprendedor no consiguió establecer la moda de la Barbie en el patio del colegio, pero para tener cinco años el chaval tenía los huevos bastante gordos. Quién sabe si ahora le cabrán en unos pitillos de plastiquete.

jueves, 4 de febrero de 2010

Guarrerías a priori II

La mayoría de los buenos cagadores conocen esa incómoda sensación de soltar el misil y notar como al hacer agua se te moja hasta el alma. Con buenos cagadores me estoy refiriendo a los que lo hacen de una pieza, compacta y acabando con un corte perfectamente limpio, de esos que podías no haberte limpiao y usar el papel para escribir a Al Gore contándole tu hazaña ecologista. Por contra, los malos cagadores son todos los que regulean en el retrete limpiándose cuando aún no han dicho su última palabra, los resacosos, los extreñidos y también esos que en vez de misiles sueltan chorros de ácido corrosivo. Todos podemos haber estado en muchos de estos casos, pero el importante hoy es el de cuando se te moja el tubo de escape.

El que te salte agua al ojete en casa es una putada, pero siempre va a ser tu hogar y si habían tirado de la cadena previamente pues puede quedarse en un sobresalto incómodo. La cosa empeora si cuando miras entre el hueco de tus piernas para ver el agua descubres que llevas el pis de tu familia en la boca del lobo, porque aunque tengas su misma sangre seguramente prefieras llevar sólo eso y no también su orín.

Sin embargo, es bueno saber que en la vida todo es siempre susceptible de ir a peor y sobre todo si te encuentras en un lugar público. Un sitio público podría ser el baño escondido del último piso de la facultad, donde recurrirías a emergencias, pero vamos a pensar en uno de esos lugares en los que no se toca la cadena por asco, como el baño del patio del colegio o el de un garito. Y es que si has tenido la mala suerte de llevarte montones de pises en el culo, no deberías jurar mucho todavía porque el mal rato no ha acabado. Seguramente el perro de Scotex no va a traerte un rollo de papel y tendrás suerte si te limpias con un kleenex lleno de mocos secos o hecho una piedra con olor a suavizante. Además, en estos sitios siempre hay alguien que puede empujar la puerta y encontrarte con los pantalones más bajados que ZP en el desayuno de los cristianos yankis. Por eso, lo mejor es darse brillo y ya acordarse de quien sea fuera del lugar.

En cuanto al tema del papel higiénico me gustaría hacer otra reflexión. Y es que suponiendo que cuentes con su ayuda una vez que se te ha mojado el Ohio, si no te limpias con uno de esos fabricados con cuatro capas es muy probable que se te rompa. Si te das cuenta a tiempo lo mismo no haces contacto, pero si se te ha ido el santo al cielo te estarás llenando el dedo de mierda. Esto podríais solucionarlo habiendo cogido más papel, lo que pasa que tampoco se arregla totalmente debido a que se romperá sin que os enteréis y vuestro culo acabará con más pelotilas que una moqueta francesa.

Vamos, que lo mejor que podéis hacer es evitar que se os moje la salida del túnel y por eso hoy os doy un par de consejos que os pueden ahorrar una situación desagradable:

1- Asegurarse siempre de que han tirado de la cadena.

2- Llenar el retrete con papel suficiente que amortigüe el impacto del misil cuando haga agua.


Muchos pensaréis que si no estáis en casa no tendréis papel, así que os recomiendo ir a todas partes con un rollo. Igual pensáis que es un coñazo, pero esto es como lo de las pipas en un botellón, que nadie se acuerda de llevarlas pero luego bien que quiere todo el mundo.

Para terminar, cuento con que esta solución no será del gusto de Al Gore, pero él tendrá un retrete importado de diseño europeo de esos en los que no se defeca sobre el agua directamente y luego puede uno observar su obra maestra todo el tiempo que quiera. Lo malo de estos inodoros es que a veces no consiguen generar la riada necesaria como para arrastrar el producto. A mí me pasó en Rotterdam, pero creo que por hoy ya basta de detalles.

martes, 2 de febrero de 2010

El carro de la compra


De pequeño me gustaba mucho ir subido en el carro de la compra con las paticas metidas entre esos dos agujeros y viendo el careto de mi padre mientras paseábamos por los pasillos del Continente. Luego mi hermano se quejaba y le tocaba a él, luego me quejaba yo y el último que se quejaba era mi padre para acabar bajándonos a los dos. Cuando estaba mi prima era ella la que subía porque era chica y entonces se quejaba todo dios.

Con los acelerones se te clavaban los hierros en los huevecillos y lo mismo al salir también había algún problema si se te enganchaba el pantalón. Reconozco que siempre desconfié un poco por si me abandonaban ahí subido, pero era mucho más entretenido que ir de enviado especial a por latas de atún. Además, que nunca encontraba nada de lo que me mandaban, en el caso de que lo encontrase no llegaba a cogerlo, y si finalmente me hacía con ello pues resulta que no eran en escabeche.

Los tiempos han cambiado y ahora incluso hacemos la compra por internet. Te despiertan unos chavales que te miran mal por estar recién levantado a mediodía, les echas un autógrafo y antes de que les puedas ofrecer algo de dinero para que te lo coloquen todo ya se han largado.

Hace tiempo en el Mercadona me di cuenta de que la era de los huevos contra el hierro también se está acabando y con los padres fuera de casa, son muchas las abuelas que tiran del carro, de la cesta o de lo que sea con tal de que el niño no incordie.

lunes, 1 de febrero de 2010

Más porno de segunda


No quisiera marcar una norma y dedicarme a escribir sobre porno los lunes porque voy justo de documentación, pero es que a este paso voy a progresar mucho en la materia.

Para esta noche a los de Cuatro se les ha ocurrido la genial idea de darle un programa al Rafa Méndez, que si no suena por su nombre seguro que queda aclarada su identidad diciendo que es la loca platanera esa que menea la melena y pega voces en spanglish a la cuadrilla de Fama. Pues bien, acabado Madrileños por el Mundo mientras esperaba a Buenafuente he visto que el tío estrenaba su Afterhours y casualidades de la vida, ha comenzado con el tema del sexo. Sí, un innovador.

Pues bien, en primer lugar tengo que decir que al bueno de Rafa nadie le ha debido de explicar aún que una cámara no es el espejo de su cuarto donde pone morritos y practica posturitas. Como se ha tirado un rato así, he tenido que darle un visionado a los ninis para saber lo que me espera en junio y de vuelta con Rafa me le he encontrado con algo que no sabía yo que tenía nombre y que el tipo ha llamado "culosex".

Podía haberlo explicado con un dibujito, pero no, el cabrón ha plantado un ejemplo práctico que me ha hecho desearle otra vez en la pantalla poniendo caritas. Así, ha torturado a la audiencia con una jubilada desnuda de formas barrocas que se meneaba en la cama de rodillas restregando su sexo contra la cara de un calvo que le inspeccionaba los bajos sin que entre ellos corriera ni gota aire. El caso es que mientras Mr. Proper hacía pausas para respirar, el Rafa le cosía a preguntas: ¿Y cuanto puedes aguantar ahí debajo? ¿Sacas la lengua para chuparle la vagina? ¿Te da placer?... De este modo, Rafa se ha decidido a probar y vaya por dios, cuando ya estaba deseando verle con la nariz en el ojete de la gordaca... a otra cosa mariposa.

Un rato después, con el desagradable recuerdo aún latente, cuando he dejado a Buenafuente Rafa ya se había vuelto a su alcantarilla, pero a los de Cuatro les ha debido de gustar el tema y estaban poniendo un reportaje acerca de las prácticas sexuales de personas con sobrepeso. El caso es que ahora en mi mente se ha quedado la imagen de un culo porcino aplastándo una cabeza con la banda sonora de Buenas noches señora y así no hay dios que se duerma.

Ayer en el rastro di una vuelta de reconocimiento por la zona de la chatarra. Entre cromos, antenas e interruptores siempre es bonito ver mezclados a esa clase de valientes que husmea entre las películas porno de segunda mano. Ahí no hay un dependiente tiquismiquis que prohíba sobar el género. Todo lo contrario, barra libre de manoseo.