jueves, 4 de febrero de 2010

Guarrerías a priori II

La mayoría de los buenos cagadores conocen esa incómoda sensación de soltar el misil y notar como al hacer agua se te moja hasta el alma. Con buenos cagadores me estoy refiriendo a los que lo hacen de una pieza, compacta y acabando con un corte perfectamente limpio, de esos que podías no haberte limpiao y usar el papel para escribir a Al Gore contándole tu hazaña ecologista. Por contra, los malos cagadores son todos los que regulean en el retrete limpiándose cuando aún no han dicho su última palabra, los resacosos, los extreñidos y también esos que en vez de misiles sueltan chorros de ácido corrosivo. Todos podemos haber estado en muchos de estos casos, pero el importante hoy es el de cuando se te moja el tubo de escape.

El que te salte agua al ojete en casa es una putada, pero siempre va a ser tu hogar y si habían tirado de la cadena previamente pues puede quedarse en un sobresalto incómodo. La cosa empeora si cuando miras entre el hueco de tus piernas para ver el agua descubres que llevas el pis de tu familia en la boca del lobo, porque aunque tengas su misma sangre seguramente prefieras llevar sólo eso y no también su orín.

Sin embargo, es bueno saber que en la vida todo es siempre susceptible de ir a peor y sobre todo si te encuentras en un lugar público. Un sitio público podría ser el baño escondido del último piso de la facultad, donde recurrirías a emergencias, pero vamos a pensar en uno de esos lugares en los que no se toca la cadena por asco, como el baño del patio del colegio o el de un garito. Y es que si has tenido la mala suerte de llevarte montones de pises en el culo, no deberías jurar mucho todavía porque el mal rato no ha acabado. Seguramente el perro de Scotex no va a traerte un rollo de papel y tendrás suerte si te limpias con un kleenex lleno de mocos secos o hecho una piedra con olor a suavizante. Además, en estos sitios siempre hay alguien que puede empujar la puerta y encontrarte con los pantalones más bajados que ZP en el desayuno de los cristianos yankis. Por eso, lo mejor es darse brillo y ya acordarse de quien sea fuera del lugar.

En cuanto al tema del papel higiénico me gustaría hacer otra reflexión. Y es que suponiendo que cuentes con su ayuda una vez que se te ha mojado el Ohio, si no te limpias con uno de esos fabricados con cuatro capas es muy probable que se te rompa. Si te das cuenta a tiempo lo mismo no haces contacto, pero si se te ha ido el santo al cielo te estarás llenando el dedo de mierda. Esto podríais solucionarlo habiendo cogido más papel, lo que pasa que tampoco se arregla totalmente debido a que se romperá sin que os enteréis y vuestro culo acabará con más pelotilas que una moqueta francesa.

Vamos, que lo mejor que podéis hacer es evitar que se os moje la salida del túnel y por eso hoy os doy un par de consejos que os pueden ahorrar una situación desagradable:

1- Asegurarse siempre de que han tirado de la cadena.

2- Llenar el retrete con papel suficiente que amortigüe el impacto del misil cuando haga agua.


Muchos pensaréis que si no estáis en casa no tendréis papel, así que os recomiendo ir a todas partes con un rollo. Igual pensáis que es un coñazo, pero esto es como lo de las pipas en un botellón, que nadie se acuerda de llevarlas pero luego bien que quiere todo el mundo.

Para terminar, cuento con que esta solución no será del gusto de Al Gore, pero él tendrá un retrete importado de diseño europeo de esos en los que no se defeca sobre el agua directamente y luego puede uno observar su obra maestra todo el tiempo que quiera. Lo malo de estos inodoros es que a veces no consiguen generar la riada necesaria como para arrastrar el producto. A mí me pasó en Rotterdam, pero creo que por hoy ya basta de detalles.