domingo, 19 de febrero de 2012

As ever, Banega

Hace casi tres años andaba yo de becario correveydile en Radio Marca, y en estas me enviaron al Vicente Calderón a una soplapollada de presentación de patrocinio de una marca de impresoras. Mi horario era hasta la una, pero pensé que en estas cosas siempre te llevabas algún regalillo de gorra y total, como el Calderón me pilla al lado de casa pues tampoco supe decir que no.

Cuando llegué, el percal era Enrique Cerezo con su pelucaza gris entregando unas impresoras Kyocera a los nuevos integrantes de la plantilla del Atleti, a rayas corporativas y con sus números. Feas no, luego: si esas impresoras fuesen persona serían Rosi de Palma desnuda masticando mierda con la boca abierta.

Afortunadamente para Kyocera, el asunto que me ocupaba no era valorar lo grotesco de su regalo, sino enchufarle el móvil a Cerezo en directo para que dijese dos paridas y luego cazar a alguno de los jugadores nuevos que había en la presentación. La primera parte fue bien si no hubiese sido porque Silvia Barba, una tía asquerosa que aún está en TVE, me pegó un manotazo porque mi móvil estaba en medio del plano de su cámara.

Una vez me recompuse y me confirmaron que se había oído medio bien a pesar de la cara mono de la uno, fui a por alguno de los jugadores. Recuerdo que mi jefe me lo dejó bien claro: "Marcos, de todos los nuevos extranjeros que hay, ninguno tiene ni puta idea de hablar español, así que no me jodas. Ponme con alguno que hable castellano pero no se te ocurra pasarme a Éver Banega, que el pobre es lerdo."

Me acuerdo que agarré por banda a un chaval de la cantera, Camacho, y la sensación no debió de ser muy diferente porque la verdad es que era tonto del culo. Sin embargo, creo que saqué un sobresaliente, porque si llego a poner a Banega a hablar en directo, el lunes me hubiese quedado en casa acordándome del bueno de Éver.

Hoy este muchacho me ha recordado por qué nunca fue el más listo de la clase y que a mi jefe tampoco le faltaba razón por aquel entonces.