Hoy he soñado que cuando la cajera del Mercadona me preguntaba si quería bolsas pagando, decía Mary Ché tres veces y la choni empezaba a echar espuma por la boca.
Sin embargo, como cuando el ataque epiléptico terminaba aún no había conseguido abrir la puta bolsa, tenía que pagarla y pedirle que me la abriese con esas manos llenas de oro y uñates exagerados. Luego salía del supermercado y la bolsa (que tiene una calidad de mierda, ni siquiera son como las del Dia) se rompía, por lo que el caldeau de los ajetes y las aceitunas me salpicaba quedándoseme impregnado un intenso olor a vinagre del que no me he deshecho hasta despertar.
Neguémonos a pagar las bolsas, que estamos haciendo el gilipollas y comprando cosas que van a ir directas a la basura me siento como aquel adolescente cuyos condones sin usar tenían igual destino.