domingo, 19 de diciembre de 2010

La bajona no perdona

Tras la tempestad nocturna llega la calma en forma de bajona. Un mundo de sensaciones poco agradables por las que todo el mundo pasa pero que nunca termina de descubrir:

-Punzada estomacal: La "punzadica", que es como si el gordo de los morancos te estuviese clavando el iíndice en la tripa y manteniéndolo ahí inmovilizándote mientras te cuenta chistes.

-Dolor de cabezón: Esto es básicamente un efecto Dobermann, que parece que tengas el cerebro en plena evolución y el cráneo que no esté por la labor de crecer a la par.

-Pozo cantor: Que te cante el aliento a rata mojada, vaya.

-Paluego pa por la mañana: Te has intentado acostar con el estómago lleno o has decidido vaciarlo justo antes de ir a la cama. Al despertar, empiezas a rememorar sabores conocidos unas horas antes encontrando elementos en tu boca que no te apetece terminar de tragar.

Y así muchos más, pero hoy he descubierto uno nuevo que no había catado nunca. Los calores de menopáusica que me están dando con la calefacción a todo tren están provocando que se me abran los poros y mi persona empiece a desprender un olor a tabaco rancio muy serio a pesar de no fumar. Esto creo que podríamos bautizarlo como el "efecto Guti", por el inconfundible olor que el rey de la fiesta debe regalar a sus compañeros mientras dan vueltecitas por el campo de fútbol tras una noche agitada.