Un restaurante oriental da para bastante y eso que la comida no me gusta mucho. Creo que los tallarines con carne picada y tomate Apis siguen siendo su especialidad porque el resto sabe todo a lo mismo y el pacharán que te ponen de chupito no sabe como el normal. En los bares regentados por chinos te puede caer de tapa una ensaladilla rusa mezclada con gominolas y si no gusta no es su culpa, simplemente nuestro paladar no está aún preparado para esta clase de delicatessen.
Muchos domingos veo a parejas de chinos haciéndose sus retratitos de boda en los arbustos del parque de al lado de casa donde los sudamericanos, entre litrona y litrona, juegan con el Mikasa a voley, fútbol, baloncesto o pin pon. Dicen que los chinorris no se integran, que sólo se casan entre ellos y que sólo compran la ropa en las tiendas de sus colegas.
Esto sí que es mentira y traigo documentos para demostrar que sí tienen ganas de ser españoles. A ver si no por qué parecen más orgullosos del rey de España que muchos de los nacidos aquí.
En esta ocasión, Photoshop o no mediante, podemos ver como la familia del restaurante asiático de nombre "Tai Wan" posa orgullosa con el monarca, al que raramente no se le aprecia escopeta de caza alguna.
Al no haber podido comprobar que la imagen fuese tomada en el mismo restaurante, guiándonos por el nombre del local cabría sospechar que la misma pudiese haber sido captada en una escapada furtiva del Borbón a un país oriental. Él siempre ha sido muy de enriquecerse culturalmente y la cuadrilla de jóvenes autóctonas que le roden sonrientes pudieron haber tomado buena cuenta de ello.
*Tras una larga observación no acierto a saber de qué sexo es el híbrido situado en la derecha de la imagen.