jueves, 17 de septiembre de 2009

Lo de acabar los exámenes, aunque sean los de septiembre, siempre le deja a uno así como un poco liberado. Por eso, después de haber vuelto a las vacaciones por la puerta de atrás he decidido que voy a intentar hacer nada el mayor tiempo que pueda hasta que empiece las clases y siga haciendo nada pero con algo de cargo de conciencia. Por cierto, que gracias al gran plan Bolonia el martes tengo que ir ya ahí al desierto de Fuenlabrada a ver de qué van las asignaturas porque el comienzo de curso se adelanta. Magnífico todo.

El caso es que mi segundo día de revacaciones ha sido algo complicado porque he dormido poco, me he perdido con el coche de camino a la facultad y me han humillado en la primera revisión de examen a la que acudo desde hace seis años. También me he dado cuenta de que hace tres días perdí la tarjeta del banco y he tenido que bloquearla después de haber dado un margen prudente al que se la encontró para sacarle el abono transportes a toda su familia. Con todo, como mañana tengo examen de inglés, en vez de hacer algo relacionado con el idioma como estudiar, lo que he hecho ha sido sacarme un billete de avión para Dublín, algo que también está relacionado con el inglés pero que no sé si me valdrá de algo mañana.

La historia es que hace frío y está lloviendo porque en Madrid ya es casi invierno. Esto significa que he cerrado la ventana de la habitación hasta mayo, he dejado de andar descalzo por casa y ya no recibo en ropa interior a la gente que llama a la puerta. Si hubiese hecho una buena tarde me hubiese ido a dar una vuelta, pero como además España juega a las nueve lo de levantarme a las siete y media de la siesta ha limitado mucho mi paseo vespertino.

Después de esta serie de sucesos que le animan a uno mucho la vida tras un par de semanas en las que no me ha pasado casi nada, me han anunciado que había llegado una carta para mí. Siempre hace ilusión que se acuerden de ti sobre todo cuando no es para pedirte dinero, así que cuando he acudido esperaba que fuese para recibir algún regalillo. Sin embargo, no me he percatado de que los de la Biblioteca de Usera no se han olvidado de que hace dos meses les tenía que haber devuelto unos libros y ahí estaban con su recordatorio semanal. “Lo próximo es que te envíen a la Guardia Civil, acábate ya lo libros y devuélvelos de una vez…”, me ha dicho mi hermana. Así pues, tras ddejar la carta apilada con las otras cuatro o cinco iguales sin abrir que tengo encima del escritorio me he puesto a escribir lo apasionante que está siendo mi día pensando que cuando acabase el relato ya habría empezado el partido de baloncesto y no tendría que acabarme el libro que me queda. Sin embargo, creo que hoy tampoco será porque la invitación para ver a España en una tasca bebiendo cerveza es ahora mismo mucho más interesante que ver a Gasol con mi chucho sentado en el sofá y con el libro poniéndome cara de pena.