martes, 26 de enero de 2010

Ridículos del día a día

A las seis de la tarde y yendo hacia el oeste el sol de invierno en enero se te pone a la altura de los ojos y no ves básicamente una puta mierda. En cambio, si vas hacia el este ves sombras alargadas y a la gente que viene de frente como con cara de no cagar hace tres o cuatro telecupones.

A pesar de excretar todas las mañanas regularmente, yo esta tarde iba mirando en dirección oeste bastante chinorris. Cuando he visto una silueta a lo lejos me he movido un poco para no colisionar y según nos acercábamos iba descubriendo en ella una sonrisa. Un tío no me quitaba ojo riéndose y he mirado para atrás por si no era a mí.

El tipo no me sonaba de nada y después de quitarse un auricular ha empezado a abrir los brazos como para recibirme con un abrazo. Cuando ya estábamos a 2 o 3 metros y yo también me había quitado otro auricular para oirme decir "aparta rata, no te conozco de nada", el tipo ha debido de caer en la cuenta de que yo no era quien pensaba, así que ha cambiado la sonrisa por una expresión de longuis, se ha metido las manos en los bolsillos a toda leche mientras miraba al suelo y ha seguido de frente. Cuando poco después he mirado atrás ya no había nadie.

Esta situación me ha hecho sentir muy bien porque siempre me toca ser a mí el que hace el capullo saludando a personas que no conoce de nada. Podía haberme puesto en su lugar y ser solidario, pero qué coño, estas cosas hay que disfrutarlas.